La literatura en lengua castellana tiene autores de referencia, clásicos, que se mantienen a pesar del tiempo, siempre actuales y maravillosos, formando parte del acervo cultural de la humanidad.
En el caso de los poetas españoles queremos mencionar hoy, tres de los grandes clásicos del Barroco, impresionantes cada uno en su estilo, y que se enfrentaron mediante las letras con desmedida ferocidad. Se trata de Quevedo, Góngora y Lope de Vega.
Fue Francisco Gómez de Quevedo Villegas y Santibáñez Cevallos, (Madrid, 1580 – 1645) uno de los más grandes representantes del Conceptismo barroco, amigo de Lope de Vega y enemigo acérrimo de Góngora.
Luís de Góngora y Argote (Córdoba, 1561 – 1627), fue el máximo exponente del Culteranismo, motivo por el cual era criticado por Quevedo, que bajo un pseudónimo se mofaba de sus obras, y al que después Góngora contestó por los mismos medios, los poemas satíricos.
Félix Lope de Vega y Carpio (Madrid, 1562 – 1635) el fénix de los ingenios, como le bautizó Cervantes, ha sido uno de los autores más prolíficos del Siglo de Oro español, fue criticado por Góngora por un matrimonio de aparente conveniencia y admirado por Quevedo por su riqueza literaria.
Una vez presentados los autores de las sátiras que hoy nos ocupan, quiero mencionar un pequeño libro en el que seleccionan algunas de las obras de estos literatos, y son precisamente aquellas en las que con gran humor e ingenio se burlan y satirizan de sus adversarios de letras.
“Poesías de Humor” (1997), es la selección que de estas poesías burlescas ha realizado Domingo Antonio López Serrano y que fue publicado por Perea Ediciones. Se trata de un modesto libro, en formato de bolsillo y encuadernación rústica, delicioso de leer, tanto por la calidad poética de los versos que contiene, como por la riqueza de los conceptos, las ingeniosas metáforas y las audaces fórmulas con las que se expresan los poetas.
El libro se estructura en dos partes: la primera recoge poemas burlescos y satíricos sobre diversos temas de actualidad en la época, y la segunda expone las poesías con las que tan mordazmente se atacaron estos tres genios universales, y a pesar de su saña, casi rayando la crueldad, nos arrancan la carcajada por el ingenio y la gracia con que son expuestas.
Qué sea éste un acicate que nos lleve a leer a los clásicos del Siglo de Oro, que ya supieron utilizar la risa como elemento constitutivo de sus obras, convirtiéndola en arma arrojadiza contra sus enemigos pero que también sirvió para que podamos deleitarnos ahora con las maravillas de una lengua tan rica en matices y expresiones cómicas.
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