lunes, 22 de agosto de 2011

EL RETO DEL REGALO DE LOS HIJOS (II): - LA PRIMERA EXCURSION -


Me gustaría hoy agradecer la oportunidad brindada desde este blog para poder transmitir de forma desenfadada mi visión sobre la experiencia ser papás y haber contribuido junto con el apartado anterior, a que alguien se pueda sentir al menos tentado de experimentar lo maravilloso de la paternidad/maternidad, sobre todo, a lo extraordinario de dar paso la vida, eclipsando así el egoísmo y la comodidad a que hemos sometido nuestras vidas, sustituyendo el regalo de los hijos por un segundo coche, la casa en la playa, el iphone  y todos estos elementos que llenan de forma artificial nuestras vidas.

Quiero esta vez compartir la odisea que supone la feliz salida de la clínica con el primogénito hacia el dulce hogar.

Comenzamos esta afanosa aventura, llevándonos un sinfín de bombones, flores y muñecos, en una primera incursión a la residencia familiar para verificar que todo se encuentra en perfecto estado de revista para la recepción del nuevo monarca del hogar, no sin antes recibir un mareante aluvión de recomendaciones, consejos de familia y amigos sobre el mejor acomodo y distribución de accesorios del mobiliario que ha de arropar al principito en su nueva estancia, eliminando a su vez y sin desgana, cualquier rincón destinado a la evasión del día a día que pudieran tener los papás. Comienza una agitada etapa en sus vidas.

 Ya en la morada, se revisa, desde el montaje de la cuna, que ha de ser inspeccionado por un técnico cualificado al efecto, hasta la ubicación de la misma, teniendo en cuenta la orientación del sol, la perfecta alineación del enrejado que protegerá al bebito de una caída segura y por supuesto, que éste resistirá los envites del Hércules que cobijará en las largas noches. Como es lógico, se comprueba también, la humedad relativa del aire, así como la dirección del viento y que la temperatura a la hora de la recepción, será la idónea.




 Tras esta tarea no poco aparatosa, se inspecciona el vehículo que debe tele transportar al delfín sin el más leve contacto con el contaminado aire de la ciudad, al ya cargado ambiente de la residencia familiar, eso sí, con la humedad relativa ideal para estos casos. Después de comprobar que el habitáculo no entraña riesgos para el futuro viajero, llega la penosa tarea de acomodar el maxi-Cosi según las instrucciones tan poco intuitivas como útiles, estando además  el artefacto ideado de forma antinatural, ni se acerca a la comodidad obtenida, de haberlo diseñado un padre primerizo.

  Continuamos desembalando una interminable lista de complementos infantiles para el esperado viaje, unos inútiles parasoles para las ventanillas traseras del coche, que eso sí, han sido obtenidos sin reparar en gasto en la mejor tienda especializada y con todas las homologaciones existentes, claro, que ya podían haber homologado también las ventosas que los fijan a la ventana, ¡Casualmente siempre se despega el parasol del lado del niño!

     El hábil empleado del comercio que se encargó de adjudicar todos estos enseres (y otros que no nombro por no extenderme demasiado), se otorga también la genial idea de ofrecer además, un espejo retrovisor auxiliar para no perder de vista a nuestro pequeño, (ni que fuera a salir corriendo el pobre), junto con un “utilísimo” organizador de artículos de primera necesidad para los viajes en coche,  artículos que son sometidos a valoración sobre si debe, o no instalarlos, ya que de no ser así, existe un altísimo porcentaje de probabilidades de ser gravemente amonestado por la mamá, mientras que si se opta por su colocación será, seguro, motivo de chanzas y bromas varias por parte de los amigotes, que no despreciarán semejante oportunidad para torturar a los papás aún más si cabe.

   Ya resignado el patriarca y aceptadas las modificaciones de primerísima necesidad en el mancillado vehículo y de camino a la clínica a recoger al nene y su mamá, tenemos la sensación de que en cada semáforo rojo, somos inspeccionados a conciencia con cierta reprobación debido a las llamativas mejoras sufridas por el ahora taxi familiar.

    Por fin llegamos al final de este interminable circuito con el regreso a la maternidad, encontrándola para horror del papá, de nuevo repleta de flores, bombones y muñecos, algún guasón ha esperado oportunamente al término del porte inicial para volver a colmar de presentes a los ocupantes de la habitación, con el resultante “agradecimiento” al regreso del papá con complejo de transportista.

 Tras recuperarse de los calambres producidos por la carga y descarga, se trasladan la mamá y el infante al recién tuneado transporte, ejecutando maniobras con la precisión de un cirujano para su acomodo entre la cantidad ingente de obsequios reaparecidos, gracias a la inestimable ayuda de ese “colaborador” tan oportuno y tan presente en este momento en sus pensamientos, todo esto en medio de una nueva marea de consejos bienintencionados de los asistentes a la “mudanza”.

        El viaje resulta complicado, el nivel de carga del coche es tal, que dificulta la movilidad del conductor, amén de hacer completamente inútil el espejo auxiliar, ya que solo se advierte la presencia del bebé por las quejas de la mamá, no por el “dichoso espejito”; Para complicar aún más la marcha, en cada giro que se produce, el atemorizado guía se cerciora de que exista una prudente distancia respecto del asiento del niño con el resto de vehículos, (no inferior a dos metros), ventanillas subidas para impedir la entrada de contaminación, cierres asegurados, parasoles comprobados y constantes vistazos al inútil espejo auxiliar. Se produce una situación tensa en cada glorieta, pues el sherpa no acierta con el momento idóneo para salir de la plaza sin reducir la distancia establecida para la seguridad de los viajeros, dando varias vueltas a la misma y logrando al final salir del atolladero haciendo uso de esa habilidad que le caracteriza como gran conductor.

        Llegando por fin al hogar, se observa una multitud que se antoja una manifestación, ¡¡ Pero no !!,  para sorpresa de los papás, es un recibimiento en toda regla a la nueva familia, ¿Pero no se habían despedido en la clínica?, se trata del tropel de amigos y familiares que deben tener el don de la ubicuidad, pues misteriosamente estaban en el hospital cuando se fueron y parece que lleven ahí horas. De cualquier modo, y a pesar del cansancio producido por el trance eterno del traslado a la morada, siempre se agradece una bienvenida……

J.L. Solís

lunes, 8 de agosto de 2011

EL RETO DEL REGALO DE LOS HIJOS


Iniciamos hoy la sección de Relatos de nuestro blog. En ella damos la palabra a algunos colaboradores que han tenido la gentileza de contarnos sus experiencias con un toque de humor. 

Y que mejor comienzo que un nacimiento. Nos llega hoy una crónica, desde el punto de vista paterno, de un feliz acontecimiento que cambia la vida de una familia desde el mismo día de la llegada del nuevo miembro. Un relato fresco, en el que muchos nos hemos visto reflejados al ser padres primerizos.


EL RETO DEL REGALO DE LOS HIJOS 
Quienes han tenido la fortuna de tener en la vida el regalo de los hijos me entenderán, y los que no, esperemos que al leer este capítulo no desistan de ello, pues es nuestra mayor apuesta por el futuro.
 “¡Mira que guapo es mi hijo!”, es lo que pensamos todos en cuanto vemos por primera vez a nuestro retoño. A pesar de la confusión del momento, parafernalias hospitalarias, chanzas familiares y demás no hay quien nos convenza de lo contrario, nadie lo hace aunque lo piense, pero si alguien se atreviera a contradecirnos, quedaría desterrado de nuestras vidas de forma fulminante y si está a nuestro alcance, con orden de alejamiento, querella por injurias y ofensa al honor familiar, porque por “poco guapo” que sea, es nuestro precioso niño.
Una vez asumida por la familia y amigos la divinidad del primogénito, pasamos a la siguiente fase, la de los parecidos. 

Tenemos situaciones para todos los gustos, desde el amigo o familiar que seguramente trabaja como agente del CNI por sus dotes de observación y se ha dado cuenta de que tu infante se parece al abuelo Raimundo por la forma tan peculiar del dedo meñique del pié derecho, hasta el sincero de la tribu con el “pues yo no le saco parecido a nadie”, (éste por cierto, podría ser perfectamente un comentario del que suscribe, más por lo original, que por lo sincero) pasando por el cumplidor de la parentela, que en una larga inspección al pequeño ha observado acertadamente que la frente es igualita a la de la recién estrenada mamá, mientras que la mueca del bebito cuando sufre el emerger de una flatulencia a la vez que levanta el brazo izquierdo, es de un parecido innegable al aturdido papá, normalmente los parecidos menos afortunados son siempre para el progenitor.
Inevitablemente llegamos después al trance de la calibración del ya sufrido rorro. 

 Esta fase es normalmente inaugurada por las abuelas en una carrera similar a la de la apertura de unas rebajas (pero más comprensible por su recién estrenado rango de “Yayas”) para tener en sus brazos al angelito, el cual comienza ya a sufrir cierto aborrecimiento, pues el pobre estaba tan cómodo en la tripita de mamá… y ahora se encuentra en el carrusel de los brazos de la familia tras los lógicos comentarios del tipo “que tranquilito es”, cuando lo cierto es que está en un intento desesperado de evadirse de una realidad a la que ha sido arrojado sin preaviso.

  ¿Quién se ha tomado la licencia de sacarle de su cálido descanso para llevarle fuera de su mamá y someterle a semejante estrés?, el pobre no se acerca siquiera a imaginar donde se ha metido.
 Otra etapa de este primer día frenético en el mundo exterior, es la de la ver que todo está en su sitio y funciona correctamente pero ¿es necesario?, ¡¡si ya se lo han hecho al pobre en su primer minuto en el mundo exterior!!, pero no debe ser suficiente, así que le toca someterse a todo tipo de movimientos más propios de una sesión de spinning que de un reconocimiento médico.
Comenzamos con movimientos sistemáticos de los brazos, seguidos por cadera, piernas y así con todas las partes de cuerpo que se puedan imaginar, incluso algunas desconocidas hasta el día de hoy por los asustados y noveles padres, todo esto entre sonrisas de los asistentes mientras contemplan el desmontaje del protagonista del día.
Uno de los padres por fin sale de su letargo y alza una protesta por la sesión gimnástica a la que es sometido el pequeño, acallada inmediatamente por algún ilustrado y desnaturalizado agregado con un comentario tipo “tranquilo, que no se rompe”, ¡Ya ves el listillo!. Este no suele ser familiar directo…
Tras ser rescatado por los brazos de papá y recuperar cierta tranquilidad, llega la hora de comer y acurrucarse en el pecho de mamá, momento esperado por el retoño en este mundo en el que aun no le dejan acomodarse.
 Este acontecimiento suele ser un poco incómodo para la aún confundida madre, ya que los asistentes desean presenciar el tierno evento, hasta que el avispado agente del CNI en un alarde más de su capacidad de atención y anticipación a situaciones peligrosas, evita un ambiente incómodo a los padres invitando a los asistentes a tomar un poco el aire, dejando a éstos la intimidad que la circunstancia requiere, momento que no debe ser fácil para la criatura, pues otra vez se empeñan sus padres en ponérselo difícil, ¡¡¡Vamos a ver, si antes me alimentaba sin esfuerzo alguno!!!, ¿porqué ahora debo trabajar para ello?
Una vez realizada la cansada y dura tarea de alimentarse por primera vez llega otra nueva tortura, ¡¡¡El cambio de pañal!!!. Esta arriesgada maniobra suele ser realizada por el intrépido padre en un alarde de caballerosidad hacia la convaleciente y aún agotada mamá, demostrando así a familiares y amigos su enorme apoyo e implicación en las tareas domésticas.
Todo este despliegue de colaboración se realiza bajo la atenta mirada y control del elenco de familiares altamente experimentados en el escatológico arte del reciclaje y limpieza de excreciones de recién nacidos, primero pasamos a la tarea de acomodar a la criatura en una posición apta para la misión, observando cuidadosamente el estado del pañal que trae de fábrica el bebé (pues debió nacer con él) para no quedar en una situación comprometida al colocar el nuevo apósito. 

 Tras retirar los adhesivos y apresar al bebé sometido al experimento por los pies cual pescadilla para descubrir el “pastel”, el papá procede (echando de menos un tercer brazo) a limpiar la zona cero con una toallita húmeda entre aclamaciones, vítores y comentarios de todo tipo por parte del círculo de presentes en la peligrosa maniobra. 

Otra difícil decisión es donde depositar el pañal y las toallitas usadas al efecto, pues si se deja en la cama puede ser considerado una falta grave hacia la mamá, por lo que carente de toda utilidad es descartado y sometido a nueva valoración para buscar con la vista un recipiente adecuado. Tras varios segundos de indecisión y meditación al respecto, de repente el papá se percata de que los elementos nocivos han desaparecido de sus manos gracias a la ayuda inestimable de algún titán anónimo, por lo que se procede a la no menos comentada y arriesgada maniobra de colocación del nuevo apósito, asumiendo el elevado porcentaje de probabilidades de colocar la contraportada en primera página, acto este con el que se rompe la tensión entre aplausos y aclamaciones al héroe del momento.
 Por fin, una vez superadas estas primeras etapas tanto por los afortunados papás como por el martirizado bebé, llegó la hora de descansar hasta dentro de…, Dios mío, los nuevos papás se acaban de dar cuenta de que estas arduas tareas serán constantes a lo largo de las 24 horas del día; pero una sensación inexplicable les recorre el cuerpo al besar al recién llegado a la familia, y lo que hace un momento se antojaba peliagudo, de repente, se torna ahora ilusionante. 

- J.L. Solís.-

jueves, 4 de agosto de 2011

EL NOMBRE DE LA ROSA: LA RISA COMO CATALIZADOR DEL LIBRE PENSAMIENTO

A todos los aficionados al cine les suena el título de esta película, una producción franco-italo-alemana del director Jean Jacques Annaud, basada en la novela del mismo nombre de Umberto Eco; se estrenó en el año 1986, con Sean Connery en el papel del fraile franciscano Guillermo de Baskerville y Christian Slater como el novicio y discípulo Adso de Melk.

 El argumento gira en torno a unos misteriosos asesinatos ocurridos en una abadía benedictina en Italia, y un libro prohibido (el segundo volumen de Poética de Aristóteles, dedicado a la Comedia) como codiciado objeto del deseo de conocimiento, convertido en arma homicida.

Esta obra de suspense, ganadora de 16 premios internacionales (entre ellos el César de la Academia Francesa en 1987 a la mejor película extranjera y dos Premios Bafta en 1988) tiene como trasfondo el miedo del poder establecido (encarnado en el anciano y ciego monje Jorge de Burgos) a la risa, por su carácter liberador del pensamiento, en unos tiempos donde la Iglesia Católica ostentaba el poder absoluto y regía el destino de los hombres.

En la Edad Media, la Iglesia dominaba Occidente, y todo aquello que no comulgaba con sus dogmas era calificado de herético y prohibido. El pensamiento debía estar dirigido al trabajo y a Dios, y las distracciones terrenales eran  pecaminosas en mayor o menor grado.  La ignorancia del pueblo llano era el yugo ideal para controlar a la población y la Iglesia era la única que podía interpretar los textos bíblicos.

En este contexto histórico podemos entender por qué la risa era considerada una expresión demoníaca. Se creía que la risa podía minar las creencias y la obediencia de sus fieles, ya que en el ámbito humorístico, una sátira, podía hacer que la gente se cuestionase los dogmas religiosos y el poder de la iglesia. Por ello desde los altos estamentos religiosos comenzó a propagarse la idea de que Jesucristo nunca se había reído, asociando la risa al diablo, al que empezó a representarse con una malévola sonrisa en la boca, en numerosas tallas y esculturas de la Edad Media.

La cuidada documentación del film, ambientado en el siglo XIV, refleja con enorme fidelidad las circunstancias y el oscurantismo de la época, dando fe de que un gesto social y cotidiano hoy en día, como la risa, era considerado entonces como un reflejo maligno, llegando al extremo de ser prohibido en algunas órdenes religiosas.

Y esta película nos desvela, que a pesar de ser escondida y prohibida, la risa es una poderosa fuente de emociones, capaz de liberar las inhibiciones impuestas a la mente. Lo que tanto temían entonces es que la risa consiguiera hacer aflorar un pensamiento libre y no permitido en el pueblo llano, que hiciera peligrar las estructuras del poder religioso establecido al cuestionar su validez.

Esto nos demuestra que disponemos cada uno de nosotros de un arma de impresionante poder y si sabemos utilizarla puede ser la medicina de nuestra mente y nuestro cuerpo. Utilizándola cada día y haciendo que los demás lo hagan, conseguiremos ser un poco más libres, tanto en nuestra mente como en nuestro entorno social.