jueves, 4 de agosto de 2011

EL NOMBRE DE LA ROSA: LA RISA COMO CATALIZADOR DEL LIBRE PENSAMIENTO

A todos los aficionados al cine les suena el título de esta película, una producción franco-italo-alemana del director Jean Jacques Annaud, basada en la novela del mismo nombre de Umberto Eco; se estrenó en el año 1986, con Sean Connery en el papel del fraile franciscano Guillermo de Baskerville y Christian Slater como el novicio y discípulo Adso de Melk.

 El argumento gira en torno a unos misteriosos asesinatos ocurridos en una abadía benedictina en Italia, y un libro prohibido (el segundo volumen de Poética de Aristóteles, dedicado a la Comedia) como codiciado objeto del deseo de conocimiento, convertido en arma homicida.

Esta obra de suspense, ganadora de 16 premios internacionales (entre ellos el César de la Academia Francesa en 1987 a la mejor película extranjera y dos Premios Bafta en 1988) tiene como trasfondo el miedo del poder establecido (encarnado en el anciano y ciego monje Jorge de Burgos) a la risa, por su carácter liberador del pensamiento, en unos tiempos donde la Iglesia Católica ostentaba el poder absoluto y regía el destino de los hombres.

En la Edad Media, la Iglesia dominaba Occidente, y todo aquello que no comulgaba con sus dogmas era calificado de herético y prohibido. El pensamiento debía estar dirigido al trabajo y a Dios, y las distracciones terrenales eran  pecaminosas en mayor o menor grado.  La ignorancia del pueblo llano era el yugo ideal para controlar a la población y la Iglesia era la única que podía interpretar los textos bíblicos.

En este contexto histórico podemos entender por qué la risa era considerada una expresión demoníaca. Se creía que la risa podía minar las creencias y la obediencia de sus fieles, ya que en el ámbito humorístico, una sátira, podía hacer que la gente se cuestionase los dogmas religiosos y el poder de la iglesia. Por ello desde los altos estamentos religiosos comenzó a propagarse la idea de que Jesucristo nunca se había reído, asociando la risa al diablo, al que empezó a representarse con una malévola sonrisa en la boca, en numerosas tallas y esculturas de la Edad Media.

La cuidada documentación del film, ambientado en el siglo XIV, refleja con enorme fidelidad las circunstancias y el oscurantismo de la época, dando fe de que un gesto social y cotidiano hoy en día, como la risa, era considerado entonces como un reflejo maligno, llegando al extremo de ser prohibido en algunas órdenes religiosas.

Y esta película nos desvela, que a pesar de ser escondida y prohibida, la risa es una poderosa fuente de emociones, capaz de liberar las inhibiciones impuestas a la mente. Lo que tanto temían entonces es que la risa consiguiera hacer aflorar un pensamiento libre y no permitido en el pueblo llano, que hiciera peligrar las estructuras del poder religioso establecido al cuestionar su validez.

Esto nos demuestra que disponemos cada uno de nosotros de un arma de impresionante poder y si sabemos utilizarla puede ser la medicina de nuestra mente y nuestro cuerpo. Utilizándola cada día y haciendo que los demás lo hagan, conseguiremos ser un poco más libres, tanto en nuestra mente como en nuestro entorno social.

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