viernes, 3 de junio de 2011

SI LAS GOTAS DE LLUVIA FUERAN DE CHOCOLATE

“La profesora de una guardería de La Estanzuela, al sur de Monterrey, capital de Nuevo León, México, consiguió tranquilizar y salvaguardar la vida de sus alumnos, en medio de un tiroteo, con su sangre fría y una canción”.

 Esta es la noticia aparecida en varios medios de comunicación, y que hoy reproducimos aquí, porque es la viva muestra de cómo un sentimiento tan fuerte, traumático y negativo como el miedo, puede ser anulado por otro sentimiento positivo, por algo tan humilde, y mágico, que desencadena la sonrisa en los corazones inocentes de los niños, una sencilla canción infantil.

Hemos podido ser testigos, en vivo, de ello, gracias a un vídeo realizado con un teléfono móvil, una breve secuencia de apenas minuto y medio, grabado por ella misma y difundido por un amigo suyo en YouTube.

Foto: Tomás Bravo (Reuters)

En mitad de la clase, la maestra, Martha Rivera Alanís, pide a los críos que se tiren al suelo del aula porque en la calle se acaba de desatar un enfrentamiento armado entre dos grupos de sicarios. Los niños, obedientes, se han echado cuerpo a tierra, un gesto que ya se ensaya con la mayor naturalidad en muchos colegios mexicanos. Frente al fuerte tableteo de las armas, Martha ofrece palabras tranquilas llenas de cariño: "No pasa nada, corazón, nada más pongan sus caritas en el piso, preciosos, aquí no va a pasar nada, nada más no levanten la cabeza...".

Los niños obedecen, sin llorar. Pero el estruendo de los fusiles de asalto es cada vez más fuerte, y los niños se miran asustados. La profesora propone entonces un juego: "¿Vamos a cantar una canción?". Los chiquillos dicen que sí, y Martha Rivera, que tiene muchísimos más arrestos que el más fiero de los sicarios, empieza a cantar con toda la serenidad del mundo: "Si las gotas de lluvia fueran de chocolate me encantaría estar ahí... ¿Quién quiere chocolate?". Los fusiles AK-47 pasan a segundo plano ante el "¡YO!" a coro que responden los críos...

El gobernador de Nuevo León, entregó a la maestra un diploma por su "destacado valor cívico al aplicar los protocolos de seguridad en una situación de riesgo". Martha Rivera Alanís se lo agradeció, aseguró que todos sus compañeros actúan así en este tipo de sucesos y, para finalizar, atribuyó el mérito a sus alumnos: "Me siento muy orgullosa de mis niños, porque ellos fueron los que me dieron el valor, me dieron el coraje para actuar de esa manera".

A esta profesora, se le queda corto ese diploma. Le hace falta un premio a nivel mundial por tener el valor de luchar contra el miedo con la sonrisa del corazón como único arma, venciendo al terror propio para desterrar el pánico de los niños levantando su voz por encima de las balas: "Si las gotas de lluvia fueran de chocolate...".

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