domingo, 24 de abril de 2011

HUMOR GRÁFICO EN EL AULA DE MATEMÁTICAS

Para los que hemos sido un poco torpes manejando números, funciones, derivadas, integrales y otras maravillas matemáticas, siempre recordamos las clases de esta asignatura como algo soporífero, en la que casi siempre veíamos más tiempo la espalda del profesor que su cara, porque se pasaba la clase garabateando con la tiza, pizarras y pizarras, en su empeño por demostrar la lógica irrefutable de algún sesudo teorema.

No es que las matemáticas fueran aburridas, es que el profesor aun sabiendo mucho no era capaz de transmitir nada, no conseguía motivar a sus alumnos para despertar en nosotros la curiosidad necesaria para prestarle atención. Evidentemente, el número de suspensos en Matemáticas superaba con creces el del resto de las asignaturas.

Sin embargo, durante un curso, un profesor consiguió que casi todos los alumnos aprobáramos la asignatura… ¡y con nota!

Don Agustín era un tipo serio, muy alto y delgado, por entonces también era director del centro, y su fama de severo era tal que, su sola presencia, hacía callar a los charlatanes del aula. Pero cuando empezaba a explicar Matemáticas se transformaba, nos miraba de frente, y nos explicaba las cosas poniendo ejemplos graciosos, a veces con algún chiste o historia (“el misterio de los paréntesis” lo explicaba a los que por no saberlos utilizar los plantaban, como florecillas en el campo, sin ton ni son). No se pasaba la clase dictando apuntes, sino consiguiendo que entendiéramos lo que significaban.

Fue la única vez en mi vida de estudiante que saqué un inmenso 9 en un examen de mates (9 sobre 10, sobresaliente…un sueño), y me abrió los ojos al universo matemático, y como a mí a todos mis compañeros.

Por eso, es una gozada encontrar libros como éste, del profesor Pablo Flores, publicado en el año 2003 por Arial Ediciones: “Humor Gráfico en el Aula de Matemáticas”.

Pablo Flores se ha dedicado a recoger viñetas, tiras de prensa y muchos chistes matemáticos de Humor Gráfico, y tras analizarlos y sacar conclusiones de ellos los ha utilizado para enseñar Matemáticas, y enseñar Didáctica de las Matemáticas (enseñar a enseñar). El resultado es un libro dirigido a los profesores de esta asignatura con interés por conseguir llegar mejor a sus alumnos, utilizando el humor como un recurso, como vehículo, para transportar el valioso tesoro de la ciencia en sus espaldas.

Flores nos plantea estas premisas en su libro:
P1: El Humor refleja la Sociedad.
P2: En la Sociedad hay Matemáticas.
P3: Las Matemáticas aparecen en el Humor.
P4: Podemos reírnos con las Matemáticas.
P5: Podemos hacer Matemáticas riendo.
P6: La Enseñanza es una actividad Social.

Conclusión: La Enseñanza de las Matemáticas debe hacerse de manera seria, pero no tiene que ser aburrida.

El autor explica como el humor ayuda a crear un ambiente idóneo en el aula y luego como los ejemplos de viñetas y chistes ayudan a estimular la curiosidad del alumno, para darle el empujoncito de salida en su propio proceso de aprendizaje. Hay que reconocer que no todos los profesores son capaces de incluir el HUMOR como estrategia para mejorar la Didáctica, pero seguro que, a todos aquellos con la mente abierta y ganas de que sus alumnos aprendan, les proporcionará algo de lubricante en forma de chiste matemático para esa clase que a veces se “encasquilla”.

También es adecuado para los curiosos, y para los torpes en esta materia, porque a veces un pequeño chiste estimula nuestra mente, algo oxidada, y siempre es agradable leer una tira de Mafalda o de Garfield con el que a veces te sientes identificado, y aparece la sonrisa y le sigue la carcajada que apartan el bostezo y entierran el aburrimiento, y entonces caes en la cuenta:

“¿Qué pasa cuando la X tiende a ∞ (infinito)?”
– “Que ∞ (infinito)  SE SECA”

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